EL EDÉN DE SAN PEDRO
Raúl Reynaldo Cruz Zapata.
He llegado por tercera vez, trayendo en mi mochila las ganas admirar la belleza de este impresionante oasis. La brisa nos susurra con una voz casi divina, como si estuviéramos invitándonos a compartir la gloria, como diciendo que no existe nadie más que nosotros. El azul del cielo y del mar se pierde en mi mente, intento buscar la palabra exacta para definir lo exótico del paisaje; hurgo en cabeza, estoy convencido este debe ser el paraíso.
DEJAD QUE LOS NIÑOS... VENGAN AL PARAÍSO.
Mi mamá me ha mandado, dice Catherine. Los niños bajan de los autobuses, sus ojitos brillan de alegría, se sorprenden ante la hermosura del lugar, las aves de los manglares, la tranquilidad del agua. Es la mañana del 2 de febrero, más un centenar de niños de 6 a 13 años de diversas instituciones educativas de Vice, Becara, Letira y La Unión se preparan a disfrutar de un día inolvidable junto al hermoso paisaje de los manglares de San Pedro; la Municipalidad de Vice e Inrena les han prometido una jornada de actividades recreativas con motivo que de celebrarse el Día Mundial de los Humedales.
El objetivo de este evento es el de formar una conciencia de cuidado al medio ambiente, en los pequeños y evitar asi la contaminación de nuestras riquezas naturales. Niños de la I.E 14010 y la I.E “San Jacinto” de Vice, la I.E “Juan Velasco Alvarado” y la I.E “José Carlos Mariátegui” de La Unión y de otros colegios corren por la húmeda arena, mientras Carolyne Hwang, una muchacha de rasgos asiáticos y César Chávez intentan ordenarlos para iniciar la visita guiada; ambos tienen en común su amor a la conservación de los manglares: Carolyne es voluntaria del cuerpo de Paz, y es de New Jersey, pero vive en Vice desde hace 2 meses; César es biólogo, director científico de Edhuco Perú y coordinador del grupo aves del Perú – Piura.
De una camioneta desciende Juan Otivio, administrador técnico de Inrena, seguido jóvenes que traen largavistas y otros instrumentos para disfrutar la belleza más de cerca, los niños se arremolinarse su alrededor, se forman en 5 grupos, César les explica la presencia de las aves migratorias que vienen de Alaska, Canadá y EEUU; los niños se impacientan, quieren mirar a los flamencos a través de los binoculares, se colocan en fila india, Carla dice que todo está bonito. Las cometas han empezado a elevarse, los niños chapotean en el agua en busca de cangrejos y pequeños peces.
Los niños sonríen, como lo hacen los ángeles, les preguntó sobre la importancia de los manglares, se muestran tímidos, no contestan ni una sola vocal, pero seguro que crecerán con otra mentalidad y desarrollaran aptitudes positivas como la sensibilidad que les permita aprender a conservar nuestros recursos naturales. Algunos tratan de plasmar la belleza del lugar sobre una cartulina, más allá, otros juegan carreras con Carolyne, y los más pequeños a bordo de una pequeña balsa admiran maravillados el mar. Son las 2 de la tarde, es hora de partir, los buses se colman del regocijo de los infantes, estoy convencido este es el paraíso y los niños son sus ángeles.
“POR LA RUTA DEL MANGLE”
“Libertad”. Fue la primera palabra que se escribió en mi mente cuando me enteré de la idea, huir del murmullo martirizante de urbe y las simples luces de neón. Y heme aquí ahora con mi mochila con unas cuantas galletas y un par de botellas de agua mineral, olvidándome por completo de que allá a lo lejos existen otras personas que ni siquiera se han percatado de mi ausencia. En la ruta del mangle, fue la denominación de la caminata de 43 kilómetros que separan la caleta de la Tortuga hasta los manglares de San Pedro en Vice, trayecto en el cual uno puede disfrutar de una interesante vista de hermosas e inmaculadas arenas y paradisíacas playas.
La idea surgió hace 2 años, me cuenta Noe Espino Calle, coordinador de la ONG Buena Aventura, cuando transmitió la propuesta a la Municipalidad de Vice, sin embargo, la respuesta recién llegó para el “VII Festival Regional del Manglar”. La tarde del sábado 14 de enero, abordamos una combi rumbo a la Tortuga, éramos pocos, pero estábamos dispuestos a cumplir el objetivo. Con 10 personas: Noé Calle como guía, su esposa Sara Domínguez y sus cuatro hijos: Antonio (12), Sara (9), Bernardo (6) y Fedra (4); Julio Cabrejos Olaechea, jefe del grupo de aventura “Sharuko” (espíritu inquieto) que desde el año 2000 busca incentivar a los jóvenes por el deporte de aventura; la estudiante de biología Ana Chunga Lee, y Raquel Calle Barboza y Gilbert Vargas, inicie esta travesía.
El itinerario se inicio en la caleta La Casita, cerca de las 5 de la tarde ( la hora ideal, salvo que el día este nublado), cuando el rumor del océano nos recibió como la caricia que brinda una madre a un hijo que ha estado lejos de casa. Sabíamos que la caminata por los húmedos senderos del mar seria extensa, sin embargo, la belleza nos atrapó para seguir adelante. Las cuatro primeras horas fueron exigentes aunque el paisaje compensaba el sacrificio hecho, por la senda apreciamos la variedad de flora y fauna en su medio natural, tales como aves marinas, cóndores, zorros, aunque algunos animales como delfines y lobos marinos muertos aparecían varados en las orillas del mar.
Sin darnos cuenta el sol se evaporo en cuestión de segundos, y la noche nos apuro a buscar un lugar donde pernoctar. A las 4 de la madrugada, antes de la llegada del alba, reiniciamos la caminata, luego de degustar un delicioso caldo de pescado. En medio del frío, la naturaleza nos brinda un majestuoso espectáculo: infinidad de aves surcan la playa como advirtiendo nuestra intromisión en su soledad. Al mirar atrás, sentía la alegría de haber recorrido gran parte de la distancia, aunque por momentos recordaba a la destrucción del medio ambiente, pues incontables botellas plásticas atropellaron mis zapatillas una y otra vez. Eran las 11 de la mañana, la misión estaba cumplida y el espíritu reconfrontado. Los caminantes sonrieron para despedirse, cogí mi mochila y me encaminé hacia los manglares, estaba seguro que el cielo tendría igual color.
Thursday, March 02, 2006
LOS MANGLARES DE VICE
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Thursday, January 19, 2006
RECORDANDO A LOS QUE SE FUERON
FIESTA DE VELACIONES EN CATACAOS
Son casi la 1 de tarde, hoy ( ayer ) se celebra la festividad de Todos los Santos, conocida también como el Día de los Angelitos o comúnmente llamada “ velaciones”. En la plaza de Armas de Catacaos, épocas atrás, el doblar de las campañas al medio día, anunciaba la repartición de los “angelitos”, esos pequeños dulces, rosquitas, cocadas, alfajores, suspiros; a los niños que le recordaban un hijo muerto a una bondadosa madre. Esta tradición, parece haberse retrasado, conforme ha avanzado el tiempo.
El olor a comida de los puestos de las vivanderas, ubicadas a espaldas de la comisaría, invita a tomar un poto de chicha, a los cansados visitantes. En la Av. Cayetano Heredia, cerca del cementerio, las imágenes de San Juan Bautista, San Dimas, las Animas de la Primera y Segunda Cofradía y el Sr. Cautivo, se han instalado hace una hora, en espera de que los fieles católicos, depositen una limosna en sus alcancías. El dinero recaudado es para celebrar su “fiestita”, nos dice José Dolores Yarleque Flores, primer mayor de la Cofradía Jurada de San Juan Bautista. Estas imágenes se quedan hasta el mediodía siguiente.
A inmediaciones del campo santo, se han colocado vendedores de flores, coronas, velas y “angelitos”; cerca de allí, Jerry ( 12 ) y Rosendo ( 12 ) nos cuentan que desde temprano han estado limpiando nichos por una “quina”, Jerry dice que “el día ha estado bajo”, que ha limpiado diez nichos, pero, aún así, espera que quedarse hasta las siete de la noche. Elmer Carvajal Chong, nos ofrece coronas a S/. 3.50, y pequeños ramitos con flores de papel a S/ 1.00, luego de una amena conversación, nos enteramos que desde hace quince años vende coronas en las inmediaciones del cementerio de Catacaos, que este oficio es una tradición familiar que iniciaron los abuelos de su esposa, y desde julio, junto a su esposa y sus 4 hijos han fabricado 800 coronas de diferentes tamaños.
Dentro del cementerio, los nichos están iluminados por focos o fluorescentes, la tarifa por este servicio es de S/.10.00 Y S/.12.00 respectivamente. Como lo hacen todos los años, Oscar Cheng y su esposa, han regresado de Lima, para coronar y pintar la tumba de su madre. Brocha en mano, hemos encontrado a Emilio ( 16 ), quien pinta nichos desde hace cuatro años, cuando vino por primera vez con Jerferson, su hermano mayor. El costo depende del nicho, pues hay nichos que no tienen base y se llevan bastante pintura, nos dice con una sonrisa de ángel.
Mas allá Abel, Jorge, Robín y el pequeño Víctor ( 6 ), ofrecen limpiar nichos, a cambio de lo que sea la voluntad de los familiares del difunto. Al final del campo santo, un panorama desolador nos acoge al ver una infinidad de cruces, abandonadas, quebradas, sin una solo flor en sus pies. Una vez al año, tenemos que poner un par de velitas para los que no están presentes nos dice Agustín Vílchez, quien junto a su inquieto hijo limpian el mausoleo de su abuelo. Arrodillado frente a una pequeña cruz encontramos a José de los Ángeles Vilcherrez Sandoval, un anciano que dice estar pintando la cruz de uno hijos fallecidos, mientras nos cuenta que su primera esposa y sus 4 hijos están muertos. Cuando uno esta muerto, allí se acaba todo, le escuchamos decir, cuando nos alejamos.
Lleve los ramitos, 2 por 2 soles nos ofrecen al salir. En la plaza han empezado a llegar los primeros pequeños en compañía de sus madres, en espera de que alguien les regale una bolsita de “angelitos” o “picarones” con abundante miel, en memoria de un niño fallecido. Antes de tomar la combi de regreso a Piura, encuentro Abel y sus amigos jugando alegremente. En la noche el cementerio se llenara de gente que rosario en mano y entonando cánticos, recordara al ser que se fue.
DIARIO EL TIEMPO PIURA 02 DE NOVIEMBRE DE 2005
TEXTO: RAÙL REYNALDO CRUZ ZAPATA
FOTOGRAFIA: AGUSTO SANTIAGO.
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Tuesday, January 17, 2006
EN OCTUBRE SI HAY MILAGROS
PEREGRINOS DEL CAUTIVO
Ellos caminan distancias considerables, y la mayoría sueña con un país mejor. Ellos no son miembros de ningún sindicato en marcha de sacrificio, ni piden la cabeza de algún ministro, ellos creen en cosas más grandes. El camino es largo, pero esa no es razón para acobardarse, el Señor los espera con los brazos paternales, dispuesto a entregarles su cariño divino y concederles su petición. Ellos son: los peregrinos del Señor Cautivo de Ayabaca.Cansados han traspasado las puertas de la Universidad Nacional, y bajo la sombra de generosos algarrobos se detienen a descansar, después de almorzar revisan las ampollas de sus frágiles pies y frotan con ungüentos sus fatigadas piernas, mientras tanto, otras hermandades siguen su camino, los universitarios miran sorprendidos este improvisado campamento.Dicen que han salido hoy ( ayer ) en la madrugada de su querida tierra de Vice ( Sechura ), y esperan llegar sin ningún inconveniente al templo del Cautivo. Alvaro Chapilliquen Eche, es un joven de 20 años, y es el presidente de esta hermandad. Ha caminado desde que tenia 7 años, fue su padre quien lo llevo por primera vez. Alvaro nos dice que toda su familia ( su padre, su madre y él )camina todos los años hacia Ayabaca en busca de una paz espiritual.Son 123 personas, entre hombres y mujeres, incluso niños, que conforman esta hermandad, su preparación es casi diaria, asisten a las misas dominicales, organizan rosarios, conciertos y vigilias, en espera de esta fecha especial. Juan Carlos Inga Paiva, camina por segunda vez, dice que el año pasado decidió peregrinar en busca de la mejora de salud de un familiar. Estaba cansado, sentía dolores, pero al ver el rostro del Señor Cautivo, su estado cambio totalmente, y decidió caminar hasta que su cuerpo pueda.Marielena Palomino Panta ha caminado 4 años, agradeciendo por un favor concedido, en un principio su promesa era por 3 años, pero su fe ha crecido y su agradecimiento también. El viento sopla suavemente en los rostros de los niños que se han quedado dormidos en la vereda que se dirige a la Facultad de Economía. Si todo marcha bien llegaran el lunes en la mañana, entonces las ampollas desaparecerán, el dolor se ocultara entre los cerros, la alegría será inmensa, las ganas de regresar el próximo año se ensancharán y alguien murmurará: ¨ en octubre, si hay milagros...
TEXTO: RAÙL REYNALDO CRUZ ZAPATA
FOTOGRAFIA: AGUSTO SANTIAGO.
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